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10 cuentos en inglés ¡para niños!

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Cuentos en inglés

Hoy os traemos 10 cuentos en inglés para que los niños aprendan sin casi darse cuenta. Seguro pero seguro que estabais esperando una nueva recopilación de cuentos… ¿Me equivoco? Y por fin ha llegado.

Siempre os decimos que nos encantan los cuentos infantiles y en mi caso, si son en inglés, ¡mejor! Me parece una gran idea para que los peques (y los papis también) practiquen el inglés ¡de manera divertida y repleta de creatividad!

¿Os animáis con estos cuentos en inglés?

1. Cuento en inglés sobre los miedos: Elephant Amaranta’s Fear

Cuentos en inglés para niños

¿Os imagináis a una elefanta grande pero muy grande con miedo a los ratones? Parece una broma pero no lo es. Amaranta tiene mucho miedo de los ratones, tanto que se sube a los bancos cuando los ve. No os perdáis este cuento de Cuento a la Vista, ¡os encantará! Leedlo aquí.

2. Cuento infantil en inglés sobre el colegio: Cows don’t go to school

Cuento en ingles

La mejor amiga de Beto es la vaca Paca… ¿Qué pasaría si un día decide llevarla con él al colegio? Mmm, difícil saberlo porque las vacas no van al colegio… ¿o sí? Descubridlo aquí.

3. Cuento en inglés sobre hermanos: The Bug’s Stories

Cuentos infantiles en inglés

Tener un hermanito menor a veces se hace difícil y sino preguntadle a Nerea que debe compartir habitación con el suyo… ¿Leemos a ver di descubren algo en común que los una? Pulsad en el enlace para saber el final.

4. Cuento en inglés para hacernos pensar: Ahmed’s Dream

Cuentos para niños en inglés

Sueños… ¡qué bonito es soñar! ¿Vosotros soñáis mucho? ¿Despiertos o dormidos? Este cuento en inglés habla de los sueños, específicamente de Ahmed. ¿Os gustaría saber con qué sueña él?

5. Un cuento en inglés con sorpresa: “Noelia wants an omelette”

Cuentos en inglés para niños

La dragoncita Noelia tiene muchas pero muchas ganas de comer una tortilla, de esas que prepara su papá pero al romperse el huevo… ¡se llevarán un susto! ¿Os animáis a descubrir que pasa? Si sois valientes, haced  clic aquí.

6. Cuento en inglés para curiosos: “The sleepy lamppost”

Cuentos cortos en inglés

Aquí conoceréis a una farola muy particular… Tan pero tan cotilla que prefiere dormir por la noche y durante el día ¡enterarse de lo que pasa en la ciudad! Claro que eso no es muy práctico para una farola, ¿o sí?

7. Cuento en inglés para niños diferentes: “The bunny without ears”

Cuentos cortos en inglés para niños

¿Conocéis algún conejo sin orejas? Pues bien, nuestras amigas de Cuento a la Vista os contarán la historia de uno, un conejito diferente que descubrirá que ser distinto tiene sus ventajas. ¿Lo leemos?

8. Cuento en inglés sobre los malos del cuento: “The villain of the story”

Cuentos infantiles en inglés

¿Qué pasaría si el lobo se cansase de ser el villano del cuento? Yo ya lo sé pero no os voy a adelantar nada, haced clic aquí y leedlo vosotros mismos.

9. Cuento en inglés sobre las apariencias: “The old lady in apartment 4B”

Cuentos infantiles cortos en ingles

Una anciana muy pero muy anciana vive en el apartamento 4B  y todos los niños de la zona creen que es una bruja. Pero la realidad es otra bien diferente, ¿la descubrimos?

10. Cuento en inglés para sonreír: “The girl who didn’t know how to laugh”

Cuentos en inglés

¿Os gusta reíros? Imaginad qué triste no saber reírse… Eso le pasaba a Tina, ¿leemos su historia? Así podremos saber si aprendió a reírse… ¡Crucemos los dedos! Clic aquí.

¡A disfrutar de la lectura y de estos cuentos en inglés para niños!

Imagen: Taliesin


3 cuentos de Navidad ¡para leer en familia!

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Cuentos de Navidad

La Navidad está muy cerca y para empezar a sentir el espíritu de la Navidad, en Pequeocio os traemos un sinfín de manualidades de Navidad y de dibujos para colorear con ¡imágenes de las fiestas! Pero eso no es todo… Hoy os presentamos 3 cuentos de Navidad ¡que os encantarán!

Se trata de 3 cuentos infantiles de nuestras amigas de Cuento a la Vista. Si no los habéis leído, ¿a qué esperáis? Y si ya los conocéis, entonces sabéis que son preciosos ¡y que vale la pena repetir!

¿Los vemos? Para leer los cuentos, tenéis que hacer clic en las imágenes o en los enlaces.

Cuento de Navidad: El árbol de Navidad sin Navidad

Cuentos de Navidad: Un árbol de Navidad sin Navidad

La Navidad es el momento ideal para pasar rodeado de la familia y aquellos a quienes queremos, ¿verdad? ¿Qué pasaría si un árbol de Navidad descubriese esta gran verdad y se diese cuenta de que estar con la gente amada es más importante que estar rodeado de regalos? Descubrámoslo en este cuento de Navidad.

Leer el cuento aquí.

El rincón de la nieve, ¡un cuento de Navidad y amistad!

Cuentos de Navidad: El rincón de la nieve

Tartán es una simpática ardilla que tiene un amigo muy pero muy especial. Tanto que sólo lo puede ver cada Nochevieja… ¿De quién se tratará? ¡Hay que leer el cuento para descubrirlo!

Ver el cuento El rincón de la nieve.

Un cuento infantil para Navidad: El reno Moritz y su extraña nariz

Cuento para Navidad: El reno Moritz

Mucho se ha hablado de Rudolf y su nariz roja pero… ¿conocéis al reno Moritz? Moritz es un reno muy presumido y coqueto, tanto que los duendes de la Navidad deciden gastarle una broma… aunque no todo saldrá como estaba planeado. ¿Qué pasará?

Leer El reno Moritz y su extraña nariz.

¿Qué os parecen estos 3 cuentos de Navidad?  Estamos seguros de que os gustarán… Y por supuesto, si buscáis más cuentos de Navidad no podemos dejar de recomendaros un clásico de la literatura: Cuento de Navidad de Charles Dickens, la clásica historia de los 3 fantasmas de la Navidad…

Imagen principal: Chris

Cuentos para leer con los abuelos (y las abuelas)

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De todas las relaciones que los niños tienen en su familia, la que establecen con sus abuelos y sus abuelas es quizá una de las más especiales. La complicidad que se crea entre ellos, la ternura y ese aprendizaje entre generaciones convierte a la figura de los abuelos en un elemento clave de la literatura infantil.

Quizá por eso ha sido precisamente esta relación maravillosa la elegida por las chicas de Cuento a la vista para su último lanzamiento, Cuentos para leer con los abuelos (y las abuelas), un compendio de 9 historias donde los protagonistas son niños y niñas que tienen la suerte de contar con abuelos muy particulares.

En estos cuentos, escritos por María Bautista e ilustrados por Raquel Blázquez, los abuelos y las abuelas se salen de los convencionalismos para enseñarnos que en la vida no todo es lo que parece y que, igual que hace el abuelo Mati, uno de los protagonistas de este libro, todos debemos aprender a mirar a la gente por dentro y a descubrir siempre el lado más profundo de la realidad. Con estos abuelos excéntricos, divertidos, filósofos, despistados y tiernos descubriremos cómo cambian las estaciones, de qué manera recuperar los colores, por qué están enfadadas las olas, cuál es la vida secreta de los objetos o cómo debemos cuidar a las plantas.

Cuentos para leer con los abuelos invita a estos a acercarse a sus nietos a través de los cuentos, a leer y reír con ellos y a emocionarse con estas historias que con mucha imaginación y grandes dosis de humor consiguen también transmitir valores universales, pero huyendo de la moralina típica de muchos cuentos infantiles.

El libro cuesta 10,90€ y está disponible desde noviembre en librerías y en la tienda online de Cuento a la vista. Está recomendado para contar a niños a partir de 3 años, aunque los mayores de 8 también disfrutarán leyéndolo por su cuenta.

 

Cuento a la vista: Cambio de papeles

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Tras haber despedido el año con Cuentos para leer con los abuelos, la escritora María Bautista y la ilustradora Raquel Blázquez vuelven a la carga con nuevas historias. El cuento que hoy nos traen habla de un gato, Zeta, y de un niño, Mario que un día, por obra y magia de una hada traviesa se cambian los papeles entre sí. Una aventura que enseñará a ambos la importancia de valorar lo que cada uno tiene y de aprender lo bueno que los demás nos aportan.

Cambio de papeles es la primera de las historias que este 2015 la editorial Cuento a la vista publica online para nosotros, algunas de las cuales podemos encontrarlas ya editadas en formato libro -sí, en papel, libros de los de toda la vida- en librerías de toda España y en su tienda online.

Cambio de papeles

Mario era el humano de Zeta y Zeta, que tenía el pelo rojizo como un zorro, era el gato de Mario. A Zeta le gustaba mucho su humano, pero también le gustaba ir a su aire. Por mucho que el niño insistía, Zeta nunca dormía en su cama cuando él estaba dentro, prefería hacerlo acurrucado en un cojín junto al radiador. A Zeta le gustaba descubrirlo todo, ¡era tan curioso! y no tenía miedo a nada, o casi a nada. Porque el aspirador, en verdad, le asustaba un poquito. Cuando olía, oía o veía algo nuevo, Zeta no se lo pensaba dos veces… acudía sigiloso a olfatear, escuchar y observar lo que pasaba. Era todo lo contrario que su humano. Y es que a Mario no le gustaban las cosas nuevas: le daban miedo.

Por eso cuando aquel otoño comenzó en una escuela nueva, un colegio de mayores, que decía su abuela, Mario no paraba de quejarse. Eso a pesar de que había muchas cosas que le gustaban de su nuevo colegio. Para empezar ya no tenían que llevar ese babi color verde que tanto odiaba. Además, el colegio nuevo era mucho más grande y en vez de un patio de arena, tenían una pista de fútbol y otra de baloncesto. Sin embargo, las clases eran cada vez más complicadas. Lo que menos le gustaba a Mario era cuando le tocaba leer en alto delante de toda la clase. Se ponía tan nervioso que todas las letras comenzaban a bailar y a mezclarse unas con otras. Al final Mario comenzaba a tartamudear y le tocaba a otro releer lo que él había leído.

Mario le contaba a Zeta todas estas cosas y el gato, mientras se dejaba acariciar con paciencia, pensaba en lo injusto que era que Mario, que no quería ir al colegio, tuviera que acudir a él cada día.

–Y mientras yo, que me encantaría, tengo que quedarme en casa cada día. ¡Con lo que me gustaría a mí ir al colegio y aprender a leer!

Para Mario, sin embargo, era todo lo contrario:

–Qué suerte tienes Zeta, tú puedes estar en casa todo el día… ¡Si yo fuera un gato: sería tan feliz!

Y tanto quería Zeta ir al colegio y tanto quería Mario ser un gato, que una noche de luna llena un hada traviesa que pasaba por la ventana decidió concederles el deseo.

–Durante una semana Zeta será un humano y Mario un gato…

Imaginaros el lío que se montó a la mañana siguiente… Zeta con su cuerpo de niño de 6 años y Mario lleno de pelo color rojizo.

–Y ahora, ¿qué hacemos? –exclamó Zeta que ahora hablaba como los humanos, puesto que era uno de ellos.

–Pues tendrás que ir al colegio y hacerte pasar por mí –maulló Mario mientras se chupaba la pata con su lengua aterciopelada.

Y así lo hicieron. Zeta se marchó al colegio y allí vio con sus ojos todo lo que Mario le había contado. Lo campos de fútbol y baloncesto, los libros repletos de letras y aquella maestra que les hacía leer en voz alta. Como Zeta era muy curioso y no le tenía miedo a nada, estuvo observando a todos los niños, mirando bien los libros y descubriendo en qué consistía eso de leer. Pero aunque todo era muy divertido, Zeta estaba agotado. Así que cuando llegó el recreo pensó quedarse acurrucado en una esquina y echarse una siestecita: aquello de ser niño era muy entretenido, pero también muy agotador. Pero cuando estaba a punto de quedarse dormido, sus amigos vinieron y le obligaron a jugar un partido de fútbol con ellos.

Mientras tanto, en casa, Mario se había quedado en la cama tan a gusto que pensó que eso de ser gato era lo mejor del mundo. A mediodía se fue al despacho de Papá, se subió a la mesa y empezó a ronronear. Papá, que estaba revisando unos papeles muy complicados le apartó de un manotazo. Y el pobre Mario convertido en gato acabó de bruces en el suelo.

–Bueno, volveré a mi camita. No tengo nada que hacer más que dormir, comer y jugar…

Pero dormir tantas horas era aburrido, y no hablemos de jugar: perseguir una bola de lana no era la idea que Mario tenía de diversión. Tampoco era mejor comer: aquellas bolitas secas que Zeta solía devorar a todas horas sabían a rayos y truenos.

Y así fueron pasando los días. Zeta en el colegio, tan observador, había aprendido a leer. Mario, en casa, como no tenía nada que hacer, se dedicaba a curiosear por todas partes y a descubrir rincones en los que nunca se había fijado. También se estaba volviendo más valiente: ¡hasta había aprendido a enfrentarse al aspirador como nunca lo había hecho su gato! Y eso que al principio, cuando sintió la máquina apuntando hacia él casi se cae del susto, pero sabía que no tenía nada que temer, porque aunque esa máquina era muy potente, él era mucho más rápido.

Pero ambos echaban de menos su vida anterior: el colegio estaba bien, y leer era muy divertido para Zeta, pero era mucho mejor pasarse todo el día durmiendo y curioseando a su antojo. A Mario ser gato le parecía muy cómodo, pero también muy aburrido. No podía salir a a la calle, ni jugar al fútbol con amigos. Extrañaba el colegio, ¡incluso aunque le hicieran leer en alto!

Así que aquella noche, cuando habían pasado ya siete días desde que se cambiaron los papeles, Mario y Zeta empezaron a discutir cómo acabar con aquella situación:

–Yo no quiero ir más al colegio. ¡Vaya aburrimiento!

–Y yo no quiero quedarme todo el día en casa… ¡eso sí que es aburrido!

–Pero ¿qué hacemos? No sabemos por qué ha pasado esto, ni tampoco cómo solucionarlo…

Y justo en aquel momento, el hada traviesa que había creado el encantamiento apareció en la habitación. Era pequeña como una mariposa y no llevaba una barita mágica, sino una pistola de agua con la que disparó a Zeta y a Mario que volvieron a sus cuerpos originales.

–¡Espero que hayáis aprendido la lección y ahora disfrutéis con lo que sois!

Pero tanto Zeta como Mario habían aprendido algo más. Zeta había aprendido a leer y desde entonces, además de husmear por todas partes, jugar con bolas de lana, dormir y comer, también le pedía a Mario que le dejara abierto algún libro de cuentos para leer un ratito. Mario, a su vez, había aprendido a ser más curioso y a no tener miedo cuando la profesora le pedía que leyera en alto. Si se había enfrentado valiente a una máquina que absorbía pelos… ¿cómo no iba a atreverse con la lectura?

El gusano que quería ser mariposa de seda

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El gusano que quería ser mariposa de seda habla de un gusano que querría ser cualquier cosa menos lo que le había tocado ser: un asqueroso y aburrido gusano de tierra, de esos que los niños aplastaban cuando veían en el patio del colegio. Así que muy empeñado en convertirse en un gusano de seda, el protagonista de este cuento, comienza un viaje que acabará de la manera más sorprendente.

Un cuento infantil educativo de María Bautista, ilustrado por Raquel Blázquez, que habla de la importancia de aceptarse a uno mismo y a lo que somos, puesto que, seamos cómo seamos, todos somos importantes para la sociedad.

¡No os perdáis esta nueva entrega de Cuento a la Vista!

El gusano que quería ser mariposa de seda

De todas las cosas que podía haber sido en la vida, a Lunares le había tocado ser un triste gusano de tierra. Él que habría querido ser un valiente león, o una astuta zorra, no era más que un simple gusano, y no cualquier gusano, sino de esos que salían en la comida cuando se quedaba pocha y todo el mundo espachurraba con asco cuando los veía.

–Ya que nos ha tocado ser un gusano, ¿no podríamos al menos haber sido un gusano de seda? –preguntó un día a su amiga Larojos.
–¿Para qué quieres ser un gusano de seda? ¡Solo comen morera, que es una hoja que sabe a rayos y centellas! Nosotros sin embargo… comemos manzanas medio mordisqueadas, bocadillos con queso fundido, líquidos viscosos con sabor a naranja mezclado con sabrosa arena, etc.

Aquel menú tan especial venía de las papeleras de los niños que jugaban en el patio del colegio donde Larojos y Lunares vivían. El colegio estaba bien, siempre había mucho alimento y nunca se aburrían, pero los niños eran muy peligrosos. Si los veían jugaban con ellos hasta que acababan aplastándolos con el pie. ¡Era horrible!

–¡Pero nadie nos quiere! Sin embargo, a los gusanos de seda…
–¡Pero si son feísimos! Tan blancos y aburridos. Nosotros somos mucho más interesantes –insistía Larojos, tratando de animar a su amigo–. Mírate tú, con esos lunares morados que tienes. ¡Ya le gustaría a los gusanos de seda ser como nosotros!

Lo cierto es que Lunares era un gusano muy bonito. Tenía unas manchas brillantes por todo el cuerpo que le hacían muy especial. Además era muy coqueto, y le gustaba vestirse con sombrero y bufanda. Todos le querían mucho y hasta le habían regalado una flor azul por su cumpleaños para que decorara su sombrero. Sin embargo, Lunares nunca estaba contento. ¡Ser un gusano era un fastidio! Los gusanos no servían para nada… Excepto los de seda, claro, que daban aquel material tan suave y que tanto le gustaba a la gente.

– No digas eso. Los gusanos de seda son feos al principio, pero luego se convierten en preciosas mariposas. Los niños los guardan, los alimentan y se los enseñan a todo el mundo en la escuela. Sin embargo a nosotros… ¡nos aplastan en cuanto nos ven!

Y por más que Larojos trataba de convencerle de que ser un simple gusano no estaba tan mal, Lunares no paraba de quejarse. Tan triste estaba, que un día tomó una decisión.

–Voy a entrar en el edificio de las clases. ¡Quiero ser un gusano de seda! A lo mejor si me mezclo con ellos y como morera, yo también acabaré haciéndome un ovillo y convirtiéndome en mariposa.

Su plan era colarse en alguna de esas cajas de zapatos en la que los niños guardaban sus gusanos de seda.

–Lunares, ¡ten cuidado! Si te encuentran en la caja se darán cuenta de que no eres un gusano de seda y ¡te apachurrarán con sombrero y todo! –le advirtió Larojos.

Pero estaba tan convencido de que su plan saldría bien, que no hizo caso a sus advertencias y vestido con sus mejores galas se marchó hacia el edificio de primaria. Empezó su aventura un viernes por la tarde, pero el colegio era tan grande, y él tan pequeño, que no consiguió encontrar a los gusanos hasta dos días y medio más tarde, justo cuando la sirena del colegio anunciaba el principio de las clases.

Lunares, se coló en la caja, donde había un montón de gusanos de seda comiendo morera tranquilamente. Les observó atentamente y tuvo que reconocer que Larojos tenía razón: eran blanquecinos, feos y un poco aburridos.

Cuando los gusanos de seda vieron aquel extraño gusano de colores empezaron a gritar alborotadas.

–¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí?
–Soy Lunares y vengo a convertirme en mariposa de seda, ¡como vosotros!
–Tú no eres como nosotros. No podrás convertirte en mariposa.
–Claro que sí, ¡solo tengo que comer morera!

Tenía tanta hambre después de tantos días buscando a los gusanos de seda, que le hincó el diente a una hoja de morera. Pero aquella hoja le supo, tal y como había dicho Larojos, a rayos y centellas.

–Oye, que esta morera es nuestra. Tú no eres un gusano de seda y nunca lo serás. Por mucha morera que comas. Así que sal de esta caja y vete por dónde has venido.

Pero Lunares no quería irse de allí si no era convertido en una mariposa. Él quería ser un animal útil y bello, como aquellos gusanos. Un animal que sirviera para algo y que los niños estudiaran en el colegio.

No tuvo tiempo de discutir más con los otros gusanos. De repente, la caja se abrió, y Lunares vio un montón de ojos posados sobre él.

–¡Ey! ¡Qué asco! Mirad ese gusano con lunares de ahí. ¡Es asqueroso!
–¿Cómo habrá llegado hasta nuestra caja?
–¡Hay que aplastarlo!

El barullo llamó la atención de la maestra, que se asomó a ver lo que estaba agitando a sus alumnos.
–¡Pero bueno! ¡Qué tenemos aquí! Este gusano no debería estar en esta caja, pero no hay por qué apachurrarle…
–Pero profe… ¡si es asqueroso!
–Y no sirve para nada… ¡no se convertirá en mariposa!

La profesora cogió con sus dedos a Lunares, que muy asustado se encogió hasta casi parecer una bola. Llegaba su final, y solo podía pensar en su amiga Larojos y en todos los consejos que le había dado. ¿Por qué no la habría escuchado?

Sin embargo, la maestra no tenía ninguna intención de aplastar a Lunares.

–Fijaros en este gusano. Parece que no sirve para nada, ¿verdad? Pero estos pequeños bichos son importantísimos para la naturaleza. Ellos convierten la fruta podrida en alimento para la tierra, para que puedan crecer mejor las plantas. ¡Gracias a ellos los árboles crecen más fuertes y gracias a los árboles tenemos aire limpio para respirar!

Lunares se quedó mirando a la profesora sin entender nada. ¿De verdad estaba hablando de él? Y se sintió más importante que nunca en la vida. Tanto como aquellos gusanos que luego se convertirían en mariposas.

–¿Y ahora qué hacemos con este gusano, profe? –preguntó un niño.
–¿Podemos dejarle en la caja con los otros? –quiso saber una niña.

Pero la profesora tenía otros planes para Lunares.

–Le devolveremos al patio, junto a los árboles y la tierra. Para que pueda cumplir su función y pueda seguir dando alimento a la tierra de nuestro colegio.

Lunares volvió a su árbol junto a su amiga Larojos. Juntos volvieron a comer manzanas mordisqueadas, bocadillos de queso y jamón y zumos de naranja y arena. Lo que Lunares no volvió a hacer fue querer ser mariposa de seda. ¿Para qué si podía ser un maravilloso e importantísimo gusano de tierra?

El extraño laboratorio del profesor Melquíades

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Un cientifico loco en un cuento infantil sobre ciencia

La nueva historia infantil de Cuento a la vista nos lleva hasta el colegio, a la clase de ciencias. Allí está el profesor Melquíades, un científico un poco loco que enseñará a los niños una lección que no olvidarán jamás.

Con este cuento de María Bautista, ilustrado por Brenda Figueroa, los niños aprenderán que no siempre hay que dejarse llevar por la apariencia. ¿Qué esconderá en su laboratorio el profesor Melquíades? La respuesta, en este cuento…

El extraño laboratorio del profesor Melquíades

Todos en el colegio creían que el profesor Melquíades era un poquito raro. Le llamaban el científico loco porque siempre estaba encerrado en el laboratorio con sus gafas de protección, su bata blanca y una sonrisa entre feliz y maligna que a todos los niños les daba un poco de miedo.

El laboratorio del colegio se escondía tras unas puertas metálicas de color rojo a las que solo se podía acceder con la autorización del profesor Melquíades. Por eso corrían leyendas sobre aquel lugar casi secreto, que todos imaginaban con un sitio oscuro, lleno de probetas humeantes donde se llevaban a cabo los más horrendos experimentos.

El profesor Melquíades, además de misterioso, tenía aquella voz metálica, que parecía salida de un ordenador y que tan intrigados tenía a todos los niños.

–¿No será un robot o un cyborg de esos que salen en los libros de ciencia ficción? Es imposible que alguien tenga una voz así –decían algunos niños.
–¿Y os habéis fijado en la cara que pone cuando sale del laboratorio?
–¡Es verdad! Como si no estuviera prestando atención a nadie.

Los niños tenían razón, cuando el profesor Melquíades salía de su laboratorio parecía como si su batería de robot se hubiera quedado vacía. En los pasillos, en las aulas o en la sala de profesores siempre tenía aquella cara de despistado, como si realmente no estuviera allí, sino pensando fórmulas mágicas en su laboratorio. Nunca saludaba por los pasillos, ni tomaba café con el resto de compañeros. Se quedaba entre sus probetas ideando nuevos experimentos.

Quizá por eso, cuando en el último curso, los niños más mayores comenzaron la clase de ciencias con el profesor Melquíades, todos resoplaban con miedo.

–¡Yo no quiero entrar en ese laboratorio! –decían los más miedicas.
–Seguro que nos convierte en ratas para luego experimentar con nosotros –decían los más fantásticos.

Pero cuando aquella puerta de metal rojo se abrió y los alumnos entraron, todos se quedaron sorprendidos al comprobar que aquel lugar no se parecía en nada a lo que se habían imaginado. Para empezar, el laboratorio era muy luminoso y no oscuro y tenebroso como todos se habían figurado. En las estanterías había probetas, y botes llenos de líquidos de colores, pero todo estaba en orden. El doctor Melquíades, sin gafas de protección, les pidió con su voz metálica que se fueran sentando por grupos.

En cada mesa, y aquello sí que era extraordinario, había objetos muy variopintos: huevos, miel, leche, un tornillo, aceite, un tomate, una pelota de ping-pong, un naipe.

–Pero, ¿qué vamos a hacer con todo esto?
–¿Una tarta?
–¿Con un tornillo?
–A lo mejor es el tornillo que le falta al profesor Melquíades.

Los niños empezaron a decir un montón de tonterías sin pensar, hasta que el profesor Melquíades les mandó callar con su voz metálica.

–Vamos a comenzar nuestros experimentos. La ciencia es muy importante para el mundo. Puede que no nos demos cuenta, pero todo lo que nos rodea es ciencia. Y aunque todos pensáis que la ciencia es aburrida, o que da miedo, hoy os demostraré que no tiene por qué serlo en absoluto.

El profesor Melquíades fue poco a poco explicando los pasos para hacer distintos experimentos: unos huevos resistentes a todo tipo de peso, otros que flotaban y no se hundían jamás y líquidos que se colocaban unos encima de otros haciendo un arcoíris. Los niños estaban fascinados.

Pero además de con los experimentos, los niños estaban muy sorprendidos con el profesor Melquíades. El científico loco, que nunca saludaba en los pasillos, que siempre parecía en otro mundo y que se reía como los malos de los dibujos animados, era en realidad un profesor excelente. Disfrutaba tanto compartiendo la ciencia con sus alumnos que cuando sonó la sirena que anunciaba el principio del recreo, la mayoría de los niños estaban tan entusiasmados con los experimentos que no querían salir al patio.

– Profesor Melquíades, explíquenos por qué ocurren todas estas cosas maravillosas.

Y el profesor, con su voz metálica, habló a sus alumnos de cosas rarísimas de las que nunca habían oído nada: la densidad de los cuerpos, la presión del aire, la resistencia o la descomposición de la luz. Todos estaban boquiabiertos.

Después de aquella clase llena de experimentos, llegaron muchas otras. El profesor Melquíades, al que nunca más llamaron científico loco, consiguió transmitir esa pasión por la ciencia a sus alumnos.

Con el tiempo, alguno de ellos hasta se vistió con bata blanca y gafas de protección y acabó trabajando en un laboratorio. Pero lo que no olvidaron ninguno fueron las clases de ese profesor raro y con voz robótica que les enseñó que la ciencia, aunque a veces no les prestemos demasiada atención, es fascinante y divertida al mismo tiempo.

Cuento a la vista: Planes con el abuelo

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planes abuelo

El cuento que te contamos a continuación es una adaptación de la recopilación Cuentos para leer con los abuelos (y las abuelas), un delicioso libro con 9 historias cuyos protagonistas son niños y niñas con abuelos muy especiales.

El cuento para niños que traemos hoy nos habla de Sara y de su abuelo, que está un poco triste y no quiere hacer planes con su nieta. Descubre el por qué de su tristeza leyendo esta dulce historia sobre la importancia de recordar a las personas que queremos…

Planes con el abuelo

Cuando la abuela murió, todos en la familia se quedaron muy tristes. Pero el más triste de todos era el abuelo: hacía tanto tiempo que la conocía, que ya no se acordaba de cómo era vivir sin ella. Por eso, Papá y Mamá decidieron que el abuelo tenía que dejar su casa en el pueblo y venirse con ellos.

–Ya lo verás, abuelo. Con nosotros estarás muy a gusto. Podrás irme a recoger al colegio, jugaremos juntos por la tarde en el parque, iremos juntos al cine y por la noche, si quieres, te puedo leer un cuento.

Sara estaba entusiasmada. Siempre le habían dado mucha envidia todos los amigos que tenían cerca a sus abuelos, o incluso vivían con ellos y hacían muchas cosas juntos. Los abuelo de Sara siempre habían vivido lejos, pero ahora podría disfrutar de su abuelo y hacer planes con él.

Sin embargo, el abuelo echaba tanto de menos a la abuela que no quería hacer nada de todas aquellas cosas que Sara había programado:

–Déjame niña. ¡No tengo ganas de tonterías! –decía malhumorado y se quedaba enfurruñado en el sofá sin hacer nada en todo el día.
–¿Qué podemos hacer con el abuelo? –se preguntaba Sara todos los días.

Ella también echaba mucho de menos a la abuela, pero no le gustaba verle de esa manera, así que decidió buscar una solución:

–¿Y si vemos una peli?
–¿Y si salimos al parque?
–¿Y si hacemos juntos los crucigramas del periódico?

Pero el abuelo solo quería pasarse el día recordando a la abuela. Tenía miedo de que si dejaba un solo minuto de hablar, pensar o soñar con ella, su recuerdo se iría para siempre igual que lo había hecho ella una mañana de invierno.

Así que Sara entendió que si quería pasar tiempo con el abuelo, tenía que ser compartiendo cosas de la abuela. Un domingo, Sara se acercó a la habitación del abuelo con un enorme álbum de fotos. Era un álbum muy antiguo, en el que ni siquiera salía ella, pero que Mamá guardaba con mucho cariño en su habitación:

–Abuelo, ¿quieres ver conmigo estas fotos? Y así me explicas lo que hacías en cada una…

El abuelo, empezó a gruñir malhumorado, hasta que se dio cuenta de que en aquellas fotos salía la abuela y que era una oportunidad perfecta para hablar de ella con su nieta.

–Fíjate qué jóvenes somos aquí. ¡Nos acabábamos de comprar un coche!
–Estáis guapísimos. ¿Y aquí?
–Aquí estamos de vacaciones. Mira, esa niña con gorro es tu madre.

Sara y el abuelo pasaron toda la tarde juntos hablando y descubrió muchas cosas de los abuelos que no sabía. Ella pensaba que siempre habían vivido en el pueblo, pero no era verdad. La abuela y él habían trabajado en Barcelona hasta que se jubilaron y decidieron volver al lugar donde habían nacido. También se enteró de cosas de Mamá y de los tíos. Había sido muy bonito pasar la tarde con el abuelo.

–¿Otro día me cuentas más cosas de la abuela y de ti cuándo eráis jóvenes?
–Claro que sí, Sara, todas las que quieras.

Y cada tarde, Sara y el abuelo se sentaban en el sofá y hablaban de la abuela, de la casa vieja del pueblo y de las cosas que hacían cuando eran niños. A veces, el abuelo le contaba también las cosas que soñaba por la noche. Siempre soñaba con la abuela, con que volvía a casa y le había hecho un cocido, o unas judías con jamón, que era su plato favorito.

Al abuelo le gustaba mucho hablar de la abuela, aunque a veces se ponía triste y los ojos se le llenaban de lágrimas. Pero en esas ocasiones, Sara le daba un abrazo muy grande y cuando se despistaba le hacía cosquillas en la barriga y el abuelo soltaba carcajadas y quejidos a partes iguales.

Un día, cuando Sara salió del colegio se encontró que en vez de Papá, quien había venido a buscarla era el abuelo.

–¿Qué haces aquí, abuelo? –exclamó extrañada la pequeña.
–Pues, ¿tú que crees? He venido a buscarte. Pero si no quieres me marcho…
–No, no, no. No quería decir eso. ¡Me gusta mucho que me vengas a buscar!

Desde ese día, el abuelo fue siempre a recoger a Sara a la salida del colegio. Y no era lo único que hacían juntos. También bajaban al parque, iban a ver películas al cine (era genial, porque al abuelo le encantaban las palomitas y siempre se compraban la bolsa más grande) y leían juntos cuentos.

No es que el abuelo hubiera decidido que ya era hora de olvidarse de la abuela, ¡qué va! pero había comprendido por fin, que no necesitaba pasarse el día entero sin hacer otra cosa que pensar y hablar de la abuela. Podía hacer un montón de cosas y ella siempre estaría ahí a su lado.

Porque la gente que queremos no desaparece nunca.

4 cuentos tradicionales ¡al revés!

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¿Qué pasaría si los cuentos que conocemos de toda la vida no fuesen tal y como los conocemos? Nuestras amigas de Cuento a la Vista se han encargado de cambiar las historias ¡y ponerlas patas arriba!

Así, Pulgarcito es Pulgarcita y Cenicienta no existe, ¡sino que conocemos la historia de Ceniciento! ¿Te gustaría descubrir estos 4 cuentos clásicos del revés?

Cuentos para niños: Pulgarcita conoce el mundo

Cuentos infantiles: Pulgarcita conoce el mundo

Pulgarcita era una niña muy pero muy pequeñita, del tamaño de un pulgar, de aqui su nombre. Y aunque le gustaba mucho cantar y amaba mucho a sus papás, no era feliz. ¿Por qué? Pues para saberlo, haz clic en la imagen o aquí. ¡Feliz lectura!

Cuentos tradicionales: El patito feo que no era feo

Cuentos para niños: El patito feo

El patito feo que no era feo pues no era patito es una historia preciosa sobre las diferencias y el amor. ¡No te lo pierdas! Seguro que los peques les encantará.

Cuentos populares del revés: Ceniciento

Cuentos para niños al revés: Ceniciento

¿Y si Cenicienta fuera en realidad Ceniciento y su sueño fuese descubrir el mundo? No te imaginas lo divertido que es este cuento patas arriba. ¿Quieres leerlo? Entra aquí o dale clic a la imagen.

Cuentos populares ¡al revés!: Bello y Bestia

Cuentos populares. Bello y Bestia

¿Qué pasaría si la Bestia fuese Bello y la Bella, Bestia? Una revisión del cuento clásico que nos dejará a los papis pensando sobre la importancia que le damos al aspecto de los peques. Como ya sabes, cliqueando sobre la imagen o el enlace ingresarás al cuento.

¿Cuál de estos cuentos populares al revés te ha gustado más?

Imagen: Photl


Cuentos para dormir: “Pulgarcita conoce el mundo”

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pulgarcita

Seguro que muchos conocéis el cuento de Pulgarcito, aquel niño tan pequeño como un pulgar que vivía algunas aventuras extraordinarias. Cuento a la vista ha convertido a Pulgarcito en Pulgarcita y ha puesto patas arriba este cuento infantil para hablarnos de la importancia de confiar en nuestros hijos, no sobreprotegerles demasiado,  y de dejarles que […]

Cuento en inglés: “Cows don’t go to school”

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Vaca Niño

Este cuento en inglés habla de dos amigos muy especiales: Beto y la vaca Paca, tan inseparables que cuando Beto tiene que ir al colegio decide llevársela con él. Pero… ¿es el colegio un lugar para las vacas? Esta es una de las historias del libro “Cuentos diferentes para niños diferentes“, pero en esta ocasión, […]

Cuentos para dormir: “Bello y Bestia”

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bella y bestia

La psicóloga y escritora Carolina Fernández nos trae un nuevo cuento clásico del revés. En él se habla de la excesiva importancia que los padres damos al aspecto de los niños (y no solo los padres, la sociedad en general). Una bonita historia sobre lo que hay que valorar de verdad, y sobre la importancia […]

Cuentos para dormir: “Ceniciento y las zapatillas mágicas”

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ceniciento

Este cuento infantil de la psicóloga Carolina Fernández revisa uno de los grandes clásicos de la literatura infantil: Cenicienta. Pero, tal y como acostumbra, lo ha puesto todo patas arriba. Aquí Cenicienta se convierte en Ceniciento y su sueño no es casarse con la princesa, sino descubrir el mundo. El texto, con ilustración de Raquel […]

Cuento de Juan Sin Miedo

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juan sin miedo cuento infantil

Juan Sin Miedo es un cuento infantil que ayudara a los niños a comprender lo que es el miedo y a saber que todos, incluso el valiente Juan sin Miedo tienen miedo a algo en algún momento de su vida, puede que a los fantasmas o quizás a pececillos de colores… Es es otro de […]

15 cuentos infantiles cortos que los niños querrán leer

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Qué cuentos infantiles leer

Nos encantan los cuentos infantiles, por eso hemos hecho una selección de cuentos infantiles cortos escritos e ilustrados por Cuento a la vista que sabemos os gustarán. No os perdáis estos cuentos cortos para niños, ideales para la hora de dormir ¡o en cualquier momento del día! Recordad que leerles a los niños en voz alta les ayuda […]

Cuentos para dormir: “La bella que durmió y durmió”

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bella_durmiente

El cuento a la vista que os traemos seguro que os suena a más de uno. Trata sobre una princesa que se pinchó con una aguja y fue condenada a dormir durante cien años. Pero la bella durmiente que nosotros os presentamos no es exactamente como el original… Si quieres conocer qué pasó realmente en el castillo […]

10 cuentos cortos para dormir felices

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cuento corto

Los cuentos cortos me encantan porque en un espacio pequeño y apenas unos minutos de lectura nos transportan a mundos fantásticos, y al niño que los lee le dejan con ganas de más, lo que ayuda a fomentar su pasión por la literatura. Sin duda cuando hablamos de cuentos infantiles cortos para nosotros la referencia […]

Los tres cerditos y el lobo feroz

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los tres cerditos

Seguro que todos conocéis el cuento de los tres cerditos y el lobo feroz que quería comérselos. Pero ¿y si os digo que hay otra versión de los 3 cerditos con un final muy diferente? Y es que a veces las apariencias engañan y no todo es como parece. ¿No os lo creéis? Pues aquí os dejamos […]

Cuento de Rapunzel

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Rapunzel

Hoy traemos un cuento popular que seguro que conocéis todos: Rapunzel. Sin embargo esta es una versión muy especial donde el final no es exactamente como nos contaron… Con la llegada de la película de Disney “Enredados”, la historia ha cambiado un poco… pero el cuento de Rapunzel original es de los hermanos Grimm, y en él Rapunzel no es […]
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